El gesto que vemos casi a
diario de tirar las
colillas al suelo está ocasionando graves consecuencias medioambientales al planeta.
Pero hay otro problema más
allá de la contaminación; se trata de la baja biodegradabilidad de los
distintos componentes que la conforman, lo que hacen que una colilla tarde
entre ocho y doce años en desaparecer.
Un grupo de investigadores,
pertenecientes en su mayoría a la Universidad de Extremadura, analiza desde hace
varios años la posibilidad de aprovechar los filtros usados de los cigarrillos
como absorbente acústico. El equipo de investigación lo dirige el profesor
Valentín Gómez Escobar, del Departamento de Física Aplicada de la Universidad de
Extremadura